Siempre he pensado que no puede existir un trabajo más gratificante que ser inspector de la guía Michelín. Viajar por el mundo, degustar recetas insólitas en los mejores restaurantes y elevar a los altares a unos pocos, en base a la calidad de su trabajo. Vivir por y para la creatividad y el buen hacer gastronómico. Sin embargo, los inspectores destinados a las Pitiüses parece que andan despistados.
La edición de 2014 de la guía Michelín, presentada hace unos días, ha repartido estrellas a 159 establecimientos españoles. Están distribuidas por todo el país, incluso en poblaciones tan pequeñas como Arriondas (Asturias), O Grove (Pontevedra) o Las Pedroñeras (Cuenca). También hay cinco establecimientos de Balears, aunque todos son mallorquines.
A Eivissa no le conceden estrellas, pero recomiendan trece establecimientos: S’Oficina, Mirador de Dalt Vila, Nanking, Ca n’Alfredo, El Cigarral, Ibiza Gran Hotel, Sa Nansa, La Masia d’en Sort, La Casita, Ca’s Milà, La Sal, Can Curreu y Hacienda Na Xamena. También se refieren a tres de Formentera: Sa Volta, Es Pinatar y Can Dani.
Para un restaurante, las estrellas constituyen un revulsivo. Además de dar el salto a la élite gastronómica, los clientes se multiplican de manera exponencial. Por eso, es importante que la selección se realice de manera justa y rigurosa.
El listado de restaurantes pitiusos recomendados es, cuanto menos, sorprendente y parcial. Hay auténticas joyas, como Ca n’Alfredo o Can Curreu, pero no incluye ninguna a pie de playa (el más marinero es Ca’s Milà). Ni siquiera en Formentera, que ya es difícil. Los ibicencos y los viajeros de buen comer que nos frecuentan sabemos de sobra que lo más representativo del archipiélago es degustar un pescado recién sacado del mar, con los pies en la arena. Contamos con magníficos profesionales que manejan este género con gran soltura y varios chef de nueva hornada que están dando un interesante giro de vanguardia a recetas de toda la vida.
Es comprensible que los inspectores de Michelín descarten algunos locales de playa por no reunir unas condiciones mínimas (mantelería, cristalería de calidad, servicios adecuados…), pero olvidos tan sonados como, por ejemplo, Es Torrent, me parecen imperdonables. Un chef de gran prestigio en España me comentó el pasado verano que acababa de disfrutar la mejor fideuá de su vida, en este restaurante.
Se podrían poner más ejemplos y sucede otro tanto con determinados locales del interior, como El Hotel Pachá, Can Berri Vell o Amalur. Un error importante cuya responsabilidad no es exclusiva de Michelín, ya que en ocasiones son los propios establecimientos que, por desinterés o desconocimiento, no mueven un dedo para promocionarse. A menudo basta con levantar el teléfono o enviar un email.
Pero, más allá de las simples recomendaciones, sería fundamental que Eivissa contara con alguna estrella Michelín. Nos visita un turismo de élite que aprecia esta marca y disponemos de un puñado de establecimientos que reúnen los requisitos necesarios para empezar a planteárselo. Bastaría con ciertos ajustes, un plan de comunicación y alguien que asesorara al respecto. Tal vez alguna de nuestras instituciones se atreva a liderar una estrategia que culmine con la primera estrella de las Pitiüses. No habría mejor promoción para el archipiélago y supondría un claro incentivo para nuestros profesionales.
Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza