No cabe duda de que las últimas operaciones contra las discotecas pitiusas han agitado el avispero. Tras las detenciones de la familia propietaria de Amnesia y sus directivos, y las sonadas intervenciones en Space y Privilege, en el marco de la ‘Operación Chopin’, en la isla no se habla de otra cosa. Por cierto, ¿quién le pondrá el nombre a las investigaciones policiales? ¿No habría sido mejor ‘Operación Travolta’, ‘Operación Guetta’ o algo por el estilo? ¿El apodo ‘Operación Chopin’ es una metáfora sobre la venganza de la música clásica frente a la vulgaridad del ‘chunda chunda’ electrónico?

Perdón… Aterricemos de nuevo y volvamos al tamtam pitiuso y a las teorías conspirativas que se propagan estos días entre la gente del sector discotequero. La más recurrente apunta a que la investigación contra Amnesia habría sido orquestada o al menos impulsada por otro establecimiento de la competencia. No parece probable, pues el nivel de detalle que se baraja en esta investigación sólo puede ser fruto de un sarampión interno. Aún así, tampoco resultaría especialmente impactante, pues ya es tradición que en Ibiza discotecas, salas de fiestas y beach club se crucen acusaciones con regularidad.

Operaciones policiales al margen, el gremio discotequero también especula con el inminente desembarco de un importante inversor chino en la noche pitiusa, a través de la adquisición de uno de los grupos más importantes. El tiempo dará o quitará razones. Lo que sí ha quedado cristalino es que las inspecciones en la isla y en el resto del país han escocido y, por primera vez en muchos años, un sector que parecía operar bajo patente de corso ahora siente el aliento de la ley y la burocracia en el cogote. Veremos cuánto dura.

El colectivo, como era de esperar, ha reaccionado con uno de esos inenarrables comunicados de prensa que tanto nos entretienen. Nuevamente, su base argumentativa resulta tan infantil que hasta enternece. La primera reivindicación que plantea el colectivo de la fiesta es que se les aplique un IVA reducido, frente al 21% actual. Las discotecas –incluidas las pitiusas, a través de su patronal–, consideran que esta coyuntura les resta competitividad. Si los establecimientos están toda la temporada a rebosar y se incumplen sistemáticamente los aforos, como viene denunciado reiteradamente el colectivo de porteros, ¿a cuento de qué viene quejarse del IVA? ¿Cómo se puede aludir a factores de competencia cuando se están cobrando 60 ó 70 euros de entrada y más de un tercio de esas cantidades por una copa sin filigranas?

Las discotecas y salas de fiestas no se dedican a vender habichuelas ecológicas ni artesanía de comercio justo. Si ir al teatro, adquirir determinados productos de primera necesidad como ropa o calzado, o aprovisionarse de instrumental sanitario tributa al 21%, ¿cómo van las discotecas a recibir un trato diferente? Recordemos que, en esencia, se dedican a vender cantidades industriales de alcohol, además de generar los problemas de convivencia más graves que experimenta la sociedad pitiusa.

Pero el fragmento más espeluznante del comunicado guarda relación con la campaña de controles y registros sorpresivos efectuada por personal de la Agencia Tributaria, que consideran “inaceptable” porque se ha justificado en base “a la necesidad de aflorar la economía sumergida y el fraude tributario”. ¿A qué íncubo inspector de Hacienda se le habrá ocurrido la malévola sospecha de que las discotecas operan con dinero negro y no declaran a Hacienda todo lo que ingresan? Exigen, además, que se actúe con la misma contundencia con “las actividades clandestinas, la competencia desleal y la piratería sectorial”. Aquí, la patronal discotequera ya roza el marxismo –el de Groucho– más absoluto. Es como si los restaurantes se dedicaran a exigir que no se les someta a inspecciones sanitarias mientras haya pasteleros vendiendo tartas de tapadillo que hornean en su casa o que a los taxistas no se les puedan hacer controles de alcoholemia mientras no sea expulsado de la isla hasta el último conductor pirata.

Yo les sugeriría a las discotecas que si quieren que la Administración afloje un poco la soga, se dejen de comunicados y opten por los métodos tradicionales, que siempre les han proporcionado un mejor resultado: agasajar aún más a los mandamases, incrementar el personal en nómina procedente de las fuerzas de seguridad y seguir invirtiendo en ese ‘lobby’ que actúa en su nombre y se dedica a amoldar desde Mallorca las normativas a sus intereses. Hacen tan bien su trabajo que han podido gozar de años de desenfreno sin límites, a cambio de un puñado de multas irrisorias.

Artículo publicado en las páginas de Opinión de Diario de Ibiza