¿Se imaginan que cada pitiuso que sufre una demora en la tramitación de una licencia de obras convocase una rueda de prensa para meter presión a la administración de turno? Los reporteros no tendrían tiempo para más. Por suerte, el único que parece haber adquirido esta costumbre es el empresario Abel Matutes, que además suele aprovechar la coyuntura para hacer su particular repaso a la actualidad pitiusa.
El pasado sábado, el ex ministro reunió a la prensa para criticar la excesiva lentitud con que Consell y Govern tramitan la remodelación integral de Platja d’en Bossa, proyecto que pretende ejecutar directamente y que autocalifica de interés público para todos los ibicencos. Sorprende que, tras tantos años compartiendo formación política, Matutes dirima estas cuestiones ante los focos y cuestione abiertamente la diligencia de ambas administraciones. Vicent Serra ya le ha respondido que su institución “trabaja al ritmo que le corresponde”.
Es cierto que Platja d’en Bossa necesita un repaso a fondo y que la imagen decadente que hoy se percibe en la zona no es la adecuada, especialmente cuando los turistas que allí pernoctan abonan cifras elevadas y a veces hasta disparatadas. Pero, de ahí a que el resto de Eivissa tengamos que sentir como propio un proyecto que esencialmente responde a intereses privados, hay un trecho. No olvidemos que este plan de reconversión turística incluye un centro comercial con tiendas internacionales de lujo –algo que no hace ni pizca de gracia a los comerciantes ibicencos–, y un campo de golf.
De la rueda de prensa de Matutes llaman la atención dos cosas: Primero, el silencio ante el polémico robo que se produjo en su sede y que parece haberse esfumado de la memoria colectiva. Segundo, el gancho verbal directo a la barbilla del diputado Enrique Fajarnés, por su polémico voto a favor de las prospecciones.
Pese a referirse a un viejo compañero de fatigas, Matutes fue contundente en la crítica. En sus palabras, sin embargo, no atisbamos la furia desatada por el doctor Francisco Vilás, también miembro del PP, que en un artículo calificó la postura de Fajarnés de traidora, cobarde y propia de un vendido. Semejante severidad, incluso más intensa que la de la oposición, invita a reflexionar acerca de si habrán intervenido o no viejas rencillas internas y heridas sin cicatrizar. De cualquier manera, menudo espectáculo.
En paralelo, la crónica nos devuelve al municipio de Portmany, donde se respiran parecidos aires idílicos. Allí, el presidente del PP de Sant Antoni, Juan Pantaleoni, ha demandado al Ayuntamiento, gobernado por sus compañeros populares, ante el Tribunal Superior de Justicia. La causa, la ordenanza que adelanta una hora el cierre de los locales de ocio y que se aprobó el pasado verano. De esta forma, la facción Sala y la cuadrilla Gutiérrez dirimirán en los tribunales aquello que no son capaces de acordar en el seno del partido. Vaya ejemplo.
Pero la derecha no disfruta de patente ante la contradicción. La puntilla semanal la han puesto las Juventudes Socialistas que, a estas alturas del campeonato, han decidido lanzar una campaña tuitera en contra de las prospecciones petrolíferas, cuando fueron sus líderes, nacionales y autonómicos, quienes plantaron la semilla de este desastre en potencia. Por irresistible que resulte subirse al carro reivindicativo, a veces hay que saber agachar las orejas y no confundir oportunidad con oportunismo.
Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza