Estos días, los medios pitiusos se han hecho eco de las protestas de los taxistas de Vila, en total desacuerdo con el número de licencias estacionales que han pactado el Consell y los Ayuntamientos. Se traducen en 295 vehículos en julio y agosto, 182 en junio y 183 septiembre, que se suman a las 363 licencias anuales que hay en la isla. El incremento oscila entre el 29% y el 158%, en función del mes. En cualquier caso, en comparación con los cientos de miles de turistas que nos visitan cada temporada, no parecen unas cifras desmesuradas.

Los taxistas de la capital, sin embargo, argumentan que este incremento se traducirá en una invasión de transportistas de otros municipios a la ciudad, donde la demanda es notablemente mayor. La isla, a efectos prácticos, constituye un área única de trabajo donde los profesionales tienen libertad para cargar clientes en cualquier zona.

Los conductores de Vila, como es lógico, defienden sus privilegios y no quieren ver cómo sus ingresos menguan un ápice por incremento de la competencia. Sin embargo, el Consell y los ayuntamientos están en la obligación de desempeñar el papel que les corresponde, que no es otro que solucionar uno de los problemas más sonrojantes de nuestra infraestructura turística: el déficit en el transporte. Por mucho que se enroque el sector del taxi, un destino internacional y supuestamente “de lujo” como Eivissa no puede permitirse esas colas eternas y vergonzosas en el aeropuerto o en las paradas de Vila y Sant Antoni, que se repiten año tras año.

En cuántas ocasiones personal y empresarios de hoteles y apartamentos turísticos han tenido que coger su coche particular y trasladar personalmente a clientes al aeropuerto porque, pese a reclamar un taxi con antelación más que suficiente, éste no hizo acto de presencia. Incluso hay restaurantes aislados, con clientes de alto poder adquisitivo, que, hartos de quedar mal, se han visto obligados a crear su propio servicio de transporte.

Para un taxista, tener siempre una cola de clientes desesperados en la parada constituye un chollo extraordinario. Sin embargo, de cara a nuestra imagen como destino, semejante carencia de medios más bien nos aproxima al tercer mundo. Sobre todo si nos acordamos de los polémicos taxis pirata, un fenómeno lamentable que irrumpió a causa del fuerte desequilibrio existente entre oferta y demanda. Parece claro que, incluso para los propios taxistas, siempre será mejor sustituir esta horda de chóferes ilegales por un mayor número de profesionales con permiso estacional.

Además, los taxistas de Eivissa con licencia en propiedad no tienen, como los del resto de la comunidad autónoma, demasiados argumentos para quejarse. El Govern balear, tal y como lamentan los conductores asalariados, les ha dado prioridad en el reparto de las licencias estacionales, a través de la nueva ley de Transportes. Es decir, quienes ya tienen una licencia anual ahora tienen prioridad para hacerse con las estacionales, cortando el acceso a los asalariados.

Ignoro que mente preclara ha permitido semejante injusticia, pero, en cualquier caso, demuestra la gran influencia del lobby de los taxistas propietarios. Veremos si con este incremento Eivissa deja de ser uno de los peores lugares de Europa donde coger un taxi, aunque mucho me temo que estas medidas, además de injustas, van a resultar del todo insuficientes.

Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza

2 Responses to “Quejas y lamentos del sector taxi”

  1. Molt be, real como la vida misma, volen taxis pirates abans de oficials, aixi de clar, pero …que les den, l,usuari estará content que es el que toca

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  2. Señor Prats, si la intención de tu texto era quedar bien delante de algunos, enhorabuena. Si tu intención era criticar el sector del taxi con objetividad, Xescu, vuelve a repasar los manuales de comunicación que estudiaste en la Universidad. Porque, ¿todo lo que afirmas, lo puedes demostrar? Y si es así, ¿podrías presentar datos? Me imagino que no, que no puedes presentar datos. Y si no puedes presentar datos, ¿cómo te atreves a realizar tales afirmaciones? Me refiero a cuando dices «hay restaurantes de lujo que han tenido que llevar a clientes porque no había taxis…» Si conoces tanto el sector del taxi me imagino que sabrás que por ley cada cuatro años hay que cambiar el coche (eso cuesta como mínimo 18000 euros).

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