Algunos recordarán la encendida polémica que, hace ahora diez años, generó Coca Cola al distribuir en el Reino Unido botellas de “agua natural pura”, que en realidad era del grifo. El medio litro de ‘Dasani’, su marca secundaria, se vendía por 1,40 euros, pese a que la empresa municipal de agua londinense les cobraba únicamente 0,004 euros por idéntica cantidad. La multinacional justificó el margen en un proceso de depuración que, según adujo, era idéntico al que usa la NASA en sus naves espaciales. Pese a que Coca Cola invirtió 10 millones de euros en una campaña para lavar su imagen, este timo ‘legal’ provocó una oleada de indignación entre los consumidores.
La historia viene de perlas para construir una analogía en relación a otra multinacional, esta vez española, que anda tomándonos el pelo a los ibicencos. La empresa Aqualia, que pertenece a Fomento de Construcciones y Contratas, de las hermanas Koplowitz, se define como la tercera compañía del mundo en gestión del agua. Opera en 1.100 municipios de 17 países, buena parte de ellos en España. Según afirma en Internet, tiene como estandartes “la innovación y la tecnología”, y aboga por “la calidad, la sostenibilidad y la gestión inteligente”.
Cada trimestre, la filial de FCC nos manda una abultada factura, como si de nuestros grifos saliera el “agua natural pura” de la Coca Cola, en lugar de un líquido maloliente y salino, de imposible consumo, que destroza lavadoras, pudre termostatos y carcome hasta el acero inoxidable. Regar las plantas con ella viene a ser lo mismo que rociarlas con lluvia ácida.
Pese a las ínfulas de la compañía en cuanto a eficiencia y modernidad, la realidad es que a una parte de Eivissa nos suministran un producto indecente y en algunos casos hasta infecto. Así vienen padeciéndolo, desde hace demasiados años, los vecinos de Sant Jordi, Can Bellotera y Platja d’en Bossa, por poner ejemplos.
Como colofón, la empresa nos somete además a un régimen periódico de cortes en el servicio que se prolongan durante días, coincidiendo con los picos más calurosos del verano. Sus instalaciones son tan obsoletas que no soportan la demanda de la población y, cuando lo hacen, el agua llega a tan baja presión que todo acto relacionado con su consumo transcurre a cámara lenta.
Los vecinos de Platja d’en Bossa ya han anunciado que pondrán el asunto en manos de los tribunales. El resto deberíamos seguir su ejemplo, conservar las facturas de compra y reparación de electrodomésticos y presentar una multitudinaria demanda conjunta, exigiendo daños y perjuicios. Sobre todo porque los ayuntamientos, corresponsables, se lavan las manos ante semejante atropello. A ver si algún abogado avispado se anima.
Lo peor es que además pagamos este servicio a precio de oro. Según el estudio ‘El Agua en España’, de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (año 2013), Balears es la tercera provincia más cara de España. 2,1 euros el metro cúbico, sólo superados por Barcelona (2,24) y Murcia (2,31). En el municipio de Sant Josep, una vez sobrepasamos la barrera de los 60 metros cúbicos, nos la cobran a 2,40, cuando la media en España se sitúa en 1,59.
De tener alternativa, habría que mandar a paseo a Aqualia sin más demoras. O tal vez recomendarle una nueva línea de negocio, al más puro estilo Coca Cola: rellenar botellitas de agua del grifo y venderlas como sal líquida, tal y como hacen esos perspicaces empresarios de Formentera. Dicho con todo el respeto, pues ellos sí ofrecen un producto genuino y de calidad.
Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza
verdad verdadera….demanda ya!
Ayuntamientos cómplices del robo