Muerte el perro de las prospecciones petrolíferas, se acabó la rabia. Dejamos de tener argumentos para inundar de protestas las redes sociales y salir a las calles a manifestarnos. La coyuntura no era para menos y lograr que se frenara semejante disparate, constituyó un éxito colectivo sin precedentes. Sin embargo, tengo la sensación de que muchos residentes aún seguimos con la vena reivindicativa palpitante.
Echábamos en falta un nuevo villano sobre el que descargar la ira contenida, en parte causada por la visión de una Ibiza que se desnaturaliza a marchas forzadas. Por eso, la cadena MTV y su programa Ibiza Shore, que a priori comienza a rodarse en la isla esta misma semana, nos han venido como agua de mayo. Las temporadas anteriores este ‘reality’ se emitió bajo el título Gandía Shore y se tradujo en que media Europa identifica esta turística ciudad valenciana como la capital mundial del noctambulismo macarra y el estilo poligonero.
Para aquellos que no hayan visto el programa, basta con explicar que es el clon bastardo de Gran Hermano –que ya es decir–, protagonizado por las primas recauchutadas de Belén Esteban y una sucesión de tíos cachas en apariencia limitados de entendederas. Durante el programa salen de fiesta por la zona y se ven las escenas habituales de Telecinco, pero sin censura: ‘edredoning’ periódico, interminables sartas de estupideces que se retroalimentan y afición a agarrarse unas melopeas monumentales. En fin, todo como salido de una novela romántica de Stendhal.
21.000 personas ya han firmado en Internet en contra de que se permita el rodaje y algunos empresarios, dentro de sus posibilidades, incluso boicotean a la productora. Uno de ellos se ha negado a servirles el catering, pese al jugoso contrato en juego. Otro ha iniciado el trámite de registro de la marca, lo que puede implicar un rosario de problemas legales para el programa. Y hasta una discoteca-beach club de Platja d’en Bossa, con un largo historial de denuncias y público como salido de este programa, ha decidido anular el permiso a la productora para grabar en sus instalaciones “porque con la imagen de Ibiza no se juega”. Alucinante.
Los políticos, al ver la respuesta social, también se han sumado al lanzamiento de proclamas. Además, se han comprometido a denegar a Ibiza Shore los permisos de rodaje que dependan de las instituciones y amenazan con freír a inspecciones a las empresas que colaboren con MTV. Incluso el vicepresidente balear y conseller de Turismo, Biel Barceló, se subió al carro la semana pasada. Eso sí, primero nos anunció que pretende que ibicencos y formenterenses, pese a los funestos precedentes, volvamos a ir a las ferias de la mano de mallorquines y menorquines. También reconoció que la dotación económica que recibe Ibiza por las transferencias en promoción turística es “claramente insuficiente”, pero de momento no tiene previsto mandarnos un duro extra. Eso sí, como es gratis, nos apoya en el rechazo a ‘Ibiza Shore’ porque “no es la imagen que queremos ofrecer”. Cada vez que un Biel nos visita, yo me hecho a temblar.
Ahora el morbo está en ver si el programa se cancela o, en caso de no ser así, saber qué discotecas, bares y negocios de la isla facilitan su grabación, lo que automáticamente les convertirá en pérfidos traidores. A mí el boicot a este tipo de productos televisivos me parece justificado pero insuficiente. Lo triste de esta reivindicación es que únicamente afilamos los cuchillos cuando el conflicto nos viene de fuera. Todos sabemos que en la isla hay políticas y negocios que contribuyen mucho más que Ibiza Shore a ofrecer una imagen peyorativa de la isla y que todos los veranos protagonizamos montones de programas en todo el mundo, donde sólo se habla de excesos. Ibiza Shore nos ha elegido por algo y es la punta del iceberg. En lugar de atajar el incendio, andamos preocupados por el humo.
Que Ibiza tiene un grave problema de imagen es incontestable, pero la imagen es tan sólo una proyección más o menos deformada de la realidad. Viendo a los protagonistas de Ibiza Shore, me acuerdo de las vallas pseudos pornográficas que adornan las carreteras, del West End y otros entornos turísticos en los que uno tiene la sensación de pisar el Bronx; de la impunidad con que se consumen y venden drogas, de los turistas que se arrojan por los balcones, etcétera. Es igualmente indudable que existe otra Ibiza de chiringuitos espectaculares, playas idílicas y patrimonio excepcional, pero algunos tenemos la sensación de que media Ibiza ya es ‘Shore’ y que ésta, paso a paso, se dedica a devorar el resto.
Artículo publicado en las páginas de Opinión de Diario de Ibiza