Cada cuatro años sucede lo mismo. En cuanto se atisban comicios en el horizonte, las instituciones se transforman en factorías de humo y sus gobernantes se ponen a comerciar con la futilidad como única moneda de cambio. Un ejército de mentes enfocadas a este fin estéril rema sin descanso. Engrosan sus filas cargos de confianza, asesores técnicos, consultores externos, estrategas de partido y funcionarios a las órdenes de todos ellos. La cinta transportadora que emerge de las fauces del artilugio arrastra una concatenación de ideas felices, perogrulladas, primeras piedras, inauguraciones, campañas de autobombo y demás abortos propagandísticos. Siempre consiguen el mismo efecto: que los ciudadanos, que somos quienes pagamos el combustible que alimenta la máquina, acabemos renegando de la política, justo en el periodo en que más deberíamos aproximarnos a ella. En Balears, esta factoría del vacío ya ha arrancado y de ella acaba de irrumpir un engendro sin sustancia denominado Plan de Dinamización Comercial de Sant Antoni, que viene acompañado de un slogan rompedor: “Sant Antoni, Sunset & Shopping”. El mérito de este compendio estratégico hay que atribuírselo al conseller balear de Economía y Competitividad, Joaquín García, que la semana pasada se desplazó desde Mallorca para iluminarnos con su visión de futuro. Le acompañaba la alcaldesa de la localidad, Pepita Gutiérrez, que siempre exhibe su mejor sonrisa, ya sea para fomentar el embellecimiento de los escaparates o equiparar la seguridad de su municipio con la que hay en la franja de Gaza. Este programa de actuaciones para mejorar la actividad comercial se fundamenta, según explicó García, en una serie de conclusiones a las que ha llegado el equipo de técnicos que ha participado en su desarrollo. Entre las más destacadas que subrayó el conseller, el hecho de que “la mayoría de los establecimientos del municipio tienen más de 20 años y con un perfil de comercio tradicional de toda la vida”. El análisis también añade que “la mayor parte de ellos están orientados al turismo y por eso registran una gran estacionalidad”. La oferta comercial, asimismo, “es muy variada y está dispersa por el municipio, exceptuando la turística, que se concentra en la misma zona”. A alguno se le habrá derretido el cerebro… El plan se sustenta en otra feliz idea, que el conseller define como un “gran centro comercial urbano”. Un conjunto de tiendas repartidas por las calles, podemos traducir, que ahora se promocionarán bajo un paraguas de unidad. No hay que olvidar que, en palabras del conseller, “Sant Antoni de Portmany es un destino turístico reconocido internacionalmente por su puesta de sol, su música ‘chill out’, la oferta de ocio y las actividades náuticas”… Impresionante. Se le olvidó mencionar, eso sí, la razón más importante por la que Sant Antoni es conocido internacionalmente y que, en cualquier plan de mejora de la actividad comercial, probablemente habría que tener en cuenta. La aguda estrategia concebida por Mallorca, con el beneplácito del consistorio ‘portmanyí’, establece actuaciones como la formación de los comerciantes en escarapatismo, idiomas y nuevas tecnologías; la mejora estética de los establecimientos, la imagen comercial del municipio y la creación de un circuito de compras, entre otras iniciativas. Los ciudadanos que hemos seguido la presentación de este paquete de medidas a través de los medios de comunicación, desconocemos si viene acompañado de dotación presupuestaria, o si, por el contrario, la optimización estética de los comercios depende del bolsillo y el libre albedrío de los propios comerciantes. Es decir, sin ayudas, subvenciones o cualquier otra solución que implique financiación pública. El resto, poco más que un eslogan de lo más manido, un planillo-guía como tantos que ya se han hecho y algunas señales y carteles… El lema “Sunset & Shopping”, por cierto, en inglés. Se ve que a Sant Antoni no interesa que vayan a comprar los ibicencos de otros municipios, los turistas españoles u otros extranjeros, pese a que el plan, cómo no, aspira también a “contribuir a la desestacionalización”. Todo ello, al menos que sepamos, sin un análisis por tipologías de comercios y zonas, sin proyecciones de futuro, sin cuadros evolutivos de facturación y sin un plan de diversificación para negocios con poca salida o la creación de otros nuevos. Y eso que se trata de indicadores habituales a la hora de trazar estrategias de dinamización comercial en zonas maduras. Pero alegrémonos, que el futuro de Sant Antoni ya está aquí.
Artículo publicado en las páginas de Opinión de Diario de Ibiza