Dudo que ninguno de los compañeros de Última Hora Ibiza, hoy, en la soledad de sus hogares, superada la tensión de cerrar el último ejemplar del periódico tras 18 años ininterrumpidos, ya sin el traqueteo arrítmico de las manos aporreando teclados, ausente el eco de las conversaciones telefónicas donde las noticias cobran vida y se enriquecen de detalles, sea capaz de sentir como suya aquella máxima de Gabriel García Márquez: “Ser periodista es el mejor oficio del mundo”.
Gabo, con el corazón en la mano, lo repetía desde sus tiempos de joven reportero, cuando el salario del mes no le alcanzaba ni para una semana. La pasión por la noticia y el poder de la verdad eran su sal de la vida; tan adictiva que empequeñecía las dificultades. Todos los periodistas nos hemos sentido así alguna vez. Durante años, nuestra nómina ni tan siquiera llegaba a rozar la del amigo que trabajaba en el chiringuito de temporada. Aún así, nos sentíamos unos privilegiados por ganarnos la vida escribiendo noticias y por las mañanas llegábamos a las redacciones casi dando saltos de alegría.
Comenzamos de becarios, haciendo guardia en el aeropuerto a la caza de los famosos que venían de vacaciones. Luego llegaron las primeras exclusivas, las noticias en portada y poco a poco hasta conseguimos labrarnos algún pequeño enemigo. También metimos la pata, nos llevamos las merecidas broncas y, casi sin darnos cuenta, nos vimos inmersos en esta crisis galopante. Nadie sabe como terminará, pero de momento se traduce en una caída estrepitosa de anuncios y lectores, medios cerrados, recortes salariales y el dilema de una reconversión radical sin brújula, frente al abismo de una muerte lenta.
Los periódicos pierden negocio cada día, mientras los buscadores de Internet, que no generan una línea –muy al contrario, se alimentan de los contenidos de la prensa–, multiplican mes a mes sus ganancias y aglutinan mayores dosis de poder. Poco a poco, se aproximan a ese temible ‘Gran hermano’ que George Orwell adelantaba en ‘1984’.
Para los periodistas ibicencos, hoy es un día de luto. Buena parte de los compañeros de Última Hora se quedan en la calle y los que no, seguirán en un nuevo periódico de filosofía aún incierta. En todo caso, es muy difícil que alcance las cotas de libertad ideológica y periodística de las que siempre ha podido presumir este diario. Y en cuanto a la familia restante de reporteros, buena parte pasaron por su escuela y por tanto lo llevan en su ADN profesional, o sienten, además de solidaridad, la pérdida del necesario mordiente que implica una competencia informativa de calidad; esa que te obliga a mantener el pulso de la noticia.
También es un día sombrío para los ibicencos en general, que mañana irán al bar o la librería, y echarán de menos la portada del Última Hora, denunciando un día los despropósitos de la derecha y al otro los desvaríos de la izquierda. Porque, si en algo ha destacado este periódico, ha sido en la pluralidad informativa, el equilibrio en la crítica y su apertura a todas las corrientes. Hay quien dice que la semilla vino de Mallorca, pero el agua y el abono fueron ibicencos.
Cerrando el círculo, yo les diría a los compañeros de Última Hora que hoy no es buen día para identificarse con García Márquez, pero que, pese a todo, tenía razón. El periodismo sigue siendo el mejor oficio del mundo. Basta con que echéis la vista atrás y hagáis memoria de vosotros mismos. Gracias por vuestra dedicación y por concederme el privilegio de acompañaros un ratito en esta aventura.
Artículo publicado en el último número del diario Última Hora Ibiza