Hace poco más de una década, cubrí un incendio de poca importancia en unos apartamentos turísticos de la calle Ramón Muntaner, en Ses Figueretes. Varios compañeros contemplábamos el suceso desde la calle cuando, de forma inesperada, apareció el propietario completamente enajenado y lanzando exabruptos contra la prensa. Incluso llegó a empujar a una fotógrafa.

Este personaje poseía otro hotel anexo, en cuya azotea había construido un chamizo con chapas de aluminio. Allí alojaba, en condiciones inhumanas, a sus empleados. La mayor parte eran inmigrantes reclutados en sus países de origen. El hotelero se llamaba Fernando Ferré y pocos años después concentró el mayor imperio hotelero visto hasta entonces en Eivissa.

En ciertas ocasiones, en los bares pitiusos se habla más de turismo que de fútbol y entonces la conversación recurrente giraba en torno a la identidad del misterioso patrocinador de Ferré. Que si los fondos procedían de los Ruiz Mateos, la familia Pujol, el Opus Dei…

El asunto es que aquel empresario catalán se convirtió en el hada madrina de numerosas sagas ibicencas con un hotel vetusto en la cartera, el cabeza de familia a punto de jubilarse y unos herederos con nulo interés por reflotar el negocio. Para ellos, los millones de Ferré fueron como llovidos del cielo. Los demás, mientras tanto, contemplábamos la escena atónitos y con honda preocupación.

Lejos de remodelar sus nuevas adquisiciones, Ferré las explotaba en condiciones semejantes e incluso peores y seguía alojando a sus empleados en zulos, al tiempo que los sometía a un severo régimen de contratos basura. También dejaba a los proveedores tiritando y actuaba como si la hacienda pública fuera un ente abstracto al que se podía ignorar. En 2010, la Fiscalía Anticorrupción ordenó su detención por fraude fiscal y hoy el Grupo Playa Sol se encuentra en concurso de acreedores. Aún así, sigue liderando el número de plazas hoteleras en la isla.

¿Cuántos turistas que se alojaron en hoteles de Ferré a lo largo de la primera década de este siglo regresaron a sus países echando pestes sobre Eivissa? Mejor ni pensarlo… Pero lo cierto es que la forma en que todos aquellos empresarios se deshicieron de sus hoteles aceleró un proceso de progresiva descapitalización del patrimonio inmobiliario de la isla. Éste ya se había iniciado medio siglo atrás, cuando la gente del campo comenzó a vender fincas y casas payesas centenarias.

En los días pasados, se ha estado hablando de que la operación iniciada por Ferré probablemente culminará con el Grupo Playa Sol en manos de un jeque árabe, un fondo de pensiones o una multinacional rusa. La descapitalización del campo se ha extendido a la costa y un buen día, de repente, descubriremos que media isla pertenece a desconocidos; a gente que ni siquiera vive aquí.

De estudiante, presumía ocasionalmente del carácter fenicio del ibicenco, con el argumento de que casi todos los negocios importantes estaban en manos de nativos o de gente establecida en la isla desde hacía tiempo, que compartía su cultura y la ponía en valor. Los universitarios de hoy ya no pueden decir lo mismo y es probable que sus hijos ni siquiera lleguen nunca a plantearse esta cuestión.

Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza

One Response to “Descapitalizar Eivissa”

  1. Buena reflexion

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