Querida Candela. Stop. Te escribo desde la orilla de ses Salines. Qué paisaje tan extraordinario. Stop. De camino, he visto cómo los flamencos se posaban sobre los estanques al atardecer. Qué belleza. Y me he dado un baño con la playa desierta. Por suerte, hoy no había medusas. Aunque te hago caso y, desde el último susto, siempre me acompaña el urbasón autoinyectable. Stop.

Necesitaba desahogarme contigo. Es que llevo unos días un poco alterado. Stop. ¿Recuerdas este verano, cuando vinieron los primos a la casa de Sant Josep? Genial casi todo el tiempo. Excepto los tres días que nos quedamos sin agua. En pleno julio y con el apartamento lleno. Stop. Una avería tonta, comentaron en un primer momento. Todo el presupuesto del fin de semana en garrafas. Stop. Menos mal que la isla es tan bonita que al final se marcharon contentos. Salvo el tío Julián. Los tres días echando pestes. Ya lo conoces. Stop.

Me he mudado al pueblo vecino. Se llama Sant Jordi y está cerca de una playa muy larga. Bobby no quiere que lo saque a pasear porque los chiringuitos ponen la música a todo trapo. Dicen que a los perros el ruido les afecta más. Stop. Me voy por las ramas. Stop. Lo que quería contarte es que desde hace unos días, abro el grifo y sale agua de mar. No exagero. Stop. A la vecina se le ha roto la lavadora. Y era nueva. En los bares, el café sabe a charca. Un asco. Dicen que tardarán dos meses en arreglarlo. Stop. Encima te llega la factura y el triple de caro que en Madrid. Stop.

Empiezo a estar hasta el tuétano. Stop. Aunque también hay buenos momentos. La otra noche conocí a una chica muy maja. María. Es enfermera. Stop. La llevé a cenar a una terraza del puerto. Con las murallas de fondo. Muy romántico. Le decía palabras tiernas y ella me sonreía. Con la brisa marina le entró frío y se me abrazó. Luego el viento trajo un fétido olor a cloaca. Stop. Problemas con la depuradora, dijo el camarero. La magia del momento al carajo. Stop.

Aquí tienen serias dificultades con las infraestructuras. Los empresarios lo criticaban el otro día en el periódico. El Gobierno les fríe a impuestos. Y luego invierte en la isla la tercera parte que en el resto de España. Stop. No entiendo cómo no salen a la calle a montar el lío. Acompañados por sus políticos. Stop. Encima, los gerifaltes autonómicos de Mallorca, con suerte, les dejan las migajas. Y pretenden seguir viviendo del turismo en estas condiciones. Stop.

La isla será ‘trendy’. Pero, para según qué cosas, parece el tercer mundo. Stop. Un beso para todos. Stop. Por cierto, no pienses que he hecho una regresión a los tiempos analógicos y por eso te mando un telegrama. Stop. Aquí, en cuanto hay tormenta, saltan los fusibles. Y a tomar viento el ‘router’. Stop. En cuanto pueda, vuelvo a Madrid. Hasta comienzo a echar de menos los atascos… Stop.

 Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza