Hubo un tiempo en que a los grafiteros se les consideraba rebeldes y artistas revolucionarios a partes iguales. Eran perseguidos y vilipendiados por las autoridades y al mismo tiempo elogiados por los circuitos alternativos del arte urbano. Su movimiento surgió en lossuburbios de medio mundo en los años 80 y muchos de esos pioneros aún siguen ‘ensuciando’ las calles con trazosimpactantes que, en algunos casos, han acabado protegidos por las mismasinstituciones queantaño leshacían salir corriendo. Con la perspectiva que aporta el paso del tiempo,mucha gente coincide en que, lejos de envilecer las ciudades, algunos de estos artistas han contribuido a enriquecerlas con su arte.

El grafitero más famoso es de Liverpool y se llama‘Banksy’, aunque su verdadera identidad constituye un misterio. Hay coleccionistas que han adquirido y arrancado muros enteros para conservar su obra. Desde su anonimato, realiza encargosdestinados a recaudar fondos para organizaciones humanitarias y su obra ha sido objeto de retrospectivas en destacados museos de arte contemporáneo. Otros genios del spray son los brasileños ‘Nunca’ y ‘Los Gemelos’, el italiano ‘Blu’ o los americanos ‘Keith Haring’ y ‘Obey’. Y en España tuvimos a ‘Muelle’, que con su firma revolucionó a todos los grafiteros del país.

Uno de los herederos de este último, ‘Dr. Hoffman’, tiene una importante presencia en Ibiza. Trabaja con plantillas, al estilo de ‘Banksy’, y ha generado impactantes iconos que extrae del cine y la música. En la isla es fácil seguirle la pista a través de sus retratos de Jimmy Hendrix, Amelie, Steve McQueen o el Robert de Niro de Taxi Driver. Si os queda un atisbo de curiosidad y sois capaces de prescindir por un rato de los juegos y los vídeos chorras de El Rubius, podéis buscarlos en Internet y así descubriréis qué es un auténtico grafiti.

Fijaros también en sus biografías y observaréis que todos ellos, como vosotros, han actuado al margen de la ley. En suscomienzos fueron duramente perseguidos por la policía y hasta detenidos.Aquí termina toda coincidencia y ni eso, porque a vosotrosnadie os ha tomado en serio hasta ahora, cuando el Ayuntamiento de Vila ha anunciado que descubrir vuestra identidad pasa a ser una prioridad.

Los auténticos grafiteros, además, sólo rotulan edificios ruinosos, fábricas abandonadas, vagones demetro… Su obra transmite mensajes contundentes y una fuerte crítica social; es insólita, bella y con talento; un regalo que impacta y provoca a los ciudadanos. Son artistas callejeros, con un bagaje cultural a sus espaldas. Su arte incorpora ideales, contemporaneidad y también genera polémica: unos los critican y otros los defienden. Y nunca, jamás, se les ocurre pintar sobre monumentos.

Por todas estas razones, me resulta insólito que haya gente que esté calificando vuestros mamarrachos sin la menor gracia y llenos de faltas de ortografía como “grafitis”. Probablemente por ignorancia o despiste, al hacerlo os sitúan en el mismo grupo que los auténticos artistas del spray. Nada más lejos de la realidad. Vuestro ‘legado’ no tiene el menor talento ni interés estético. Son simples gamberradas,mero afán de emponzoñar, la obra de analfabetos. Tal vez os sintáis subversivos y tengáis una pequeña corte que os ría las gracias –tan limitada de entendederas como vosotros–, pero al pintar sobre una muralla decasi cinco siglos de antigüedad, lo único que se os puede achacar es un enorme grado de imbecilidad y, en caso de no corregir el rumbo, anticipar un futuro plagado de mediocridad y fracasos.

Cabe reconocer, sin embargo, que la manera en que habéis corrompido un monumento que es Patrimonio de la Humanidad y uno de los mayores orgullos de Ibiza, no sólo representa vuestro fracaso sino también el nuestro. Ni siquiera el mérito de vuestra tontuna os corresponde al 100%. Como sociedad, no hemos sido capaces de educaros adecuadamente ni inculcaros el profundo respeto que merece el legado de los antepasados.

Las autoridades municipales ya han anunciado que van a borrar vuestros lamentables garabatos bombeando arena sobre la piedra, un proceso que elimina el tinte pero erosiona el monumento.El mal ya está hecho, pero ahora os conviene tomar conciencia de que muchos ibicencos se sienten indignados con vuestra ‘obra’ y todos andan armados con teléfonos móviles con cámara. Si seguís pintarrajeando la muralla o cualquier otro edificio histórico os acabarán atrapando. Entonces vuestros padres tendrán que abonar una multa gigantesca que tal vez no puedan afrontar y soportar la vergüenza de que toda Ibiza conozca la identidad de los chavales más obtusos y majaderos de la isla.

Artículo publicado en las páginas de Opinión de Diario de Ibiza