El antropólogo norteamericano George M. Foster (1913-2006) se pasó la vida estudiando lo que él y otros colegas denominaban la “geografía cultural” del mundo. Foster recorrió América, África y Europa y estudió múltiples formas de cultivo; la vía en que el hombre doma y transforma el paisaje para procurarse alimento. En uno de sus viajes, Foster se desplazó hasta Eivissa y descubrió el humedal de Ses Feixes, con sus pequeñas parcelas de huerta, rodeadas de canales de agua dulce perpendiculares a la orilla de Talamanca. Tras estudiarlo con detalle, publicó un estudio extraordinario titulado “The Feixes of Ibiza”, en la revista de la Sociedad Geográfica Americana de Nueva York. En él definía Ses Feixes como un sistema de cultivo único en el mundo, herencia de la Eivissa musulmana.

Durante siglos, Ses Feixes recogieron el agua de los torrentes que desembocaban en el Pla de Vila y, a través de canales, la repartían por más de 160 parcelas. Su fertilidad era extrema, gracias a un sistema de irrigación por capilaridad, de abajo a arriba, que producía suficiente verdura, fruta y hortaliza como para alimentar a toda la ciudad. Ses Feixes se mantuvieron operativas hasta mediados del siglo XX. A partir de entonces, esas pequeñas porciones de huerta, a los que se accedía atravesando un arco encalado o ‘portal’, quedaron sumidas en el abandono, hasta convertirse en vertedero, poblado chabolista, nido de ratas y tupido cañaveral.

En numerosas guías turísticas e incluso en los catálogos promocionales que editan nuestras instituciones, se sigue aludiendo a Ses Feixes como un atractivo de la Eivissa de antaño, por su trascendencia histórica. Sin embargo, todo el mundo es consciente de que resulta poco aconsejable enviar allí a nadie, dado su lamentable estado de conservación. Además, para los pocos que las visitan, resulta imposible hacerse una idea real de su importancia y mecánica de funcionamiento.

La prensa casi nunca trae buenas noticias, así que cuando sucede, conviene celebrarlo. Estos días, el Consell de Eivissa, en una decisión inédita e inesperada, ha anunciado la creación de un plan especial de protección de este entorno de más de 80 hectáreas. Su objetivo es restaurar y recuperar su antiquísimo sistema hídrico y poner en valor esta fusión ejemplar entre naturaleza e intervención humana, que además se integraría en la declaración de Eivissa Patrimonio de la Humanidad.

El proyecto implicaría proteger la zona que aún no lo está, más próxima a Jesús, y poner de nuevo en funcionamiento la red de canales, acequias y compuertas, con vistas a una futura conexión con la nueva depuradora de Vila. Supondría devolver Ses Feixes a la vida y rescatar un paisaje agrícola completamente desconocido para las nuevas generaciones. Con ese mismo objetivo, se crearía un centro de investigación e interpretación, se trazarían rutas turísticas y de observación de aves e incluso se habla de construir una laguna y más zonas de aparcamiento, entre otros servicios.

La idea sorprende por su grado de ambición y por aspirar a ofrecer una perspectiva global del monumento, que afecta al turismo, la naturaleza, la cultura, la ciencia y la educación. Confiemos en que esta solución trascienda los papeles y Ses Feixes se constituyan como un nuevo atractivo de Eivissa. De momento, es de justicia felicitar a los técnicos que han desarrollado la idea y a los políticos que se lo han permitido.

Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza