Hay una palabra ibicenca que define perfectamente la polémica suscitada por el tamaño y ubicación de los stands pitiusos en la World Travel Market: ‘asaneria’. Traducida al castellano viene a significar “la cualidad del asno”.

Es cierto que los mallorquines, una vez más, nos han tomado por el pito del sereno y nos han ubicado en un chiringuito penoso camino de los urinarios. Pero este asunto no es más que calderilla comparado con la discriminación continua del Govern en el reparto del pastel financiero.

Desde hace un tiempo, los stands pitiusos se han constituido en barómetro del grado de ninguneo al que nos somete Mallorca y, en esta ocasión, al conseller Delgado sólo le ha faltado hacernos la ‘botifarra’. Incluso es noticia que el presidente del Consell y la oposición, como ayer publicaba este periódico, se pongan de acuerdo a la hora de criticar nuestros espacios en la feria londinense. Cuando Mallorca nos pisotea, hay que desgañitarse hasta quedar afónicos. Pero hagámoslo siempre; también con la radioterapia y tantos otros asuntos mucho más graves que un mostrador de feria.

Aquí vivimos del turismo y no hay que ser un lince para deducir qué destino es nuestro principal competidor. ¿Cuántas veces ha intentado Mallorca importar determinados rasgos de nuestro modelo turístico sin un atisbo de éxito? Su mejor arma contra el enemigo –o sea, nosotros–, es tenerlo a pan y agua. No sólo en las ferias, sino con las infraestructuras, la educación y tantas otras cuestiones que afectan a nuestra capacidad competitiva.

Pero centrémonos en el turismo y dejemos al margen otras tomaduras de pelo. El asunto de las ferias es una cuestión menor; incluso banal. Hay tradición de gastar barbaridades en stands, cuando la repercusión de las ferias es mínima. Los mismos tratos podrían cerrarse en un salón privado de cualquier hotel, por videoconferencia o cruzando emails. Sin embargo, el peso de las ferias en el presupuesto de promoción es brutal y se agrava más con el vergonzoso desfile de alcaldes, concejales, consellers y demás autoridades. ¿Qué hace de provecho en Londres toda esa gente? Las ferias son lugar para técnicos. Parafraseando la respuesta que dio Bauzá a las críticas a los stands de la oposición pitiusa, allí no se va “a hacer política”.

Resulta mucho más productivo diseñar campañas publicitarias y de marketing de contenidos, que despierten emociones y ofrezcan nuestro producto. No un ente extraño llamado “Illes Balears” que nadie identifica con Eivissa o Formentera. Sobre todo si va acompañado de los rostros de Michael Douglas o Rafa Nadal, personajes puramente mallorquines.

Obviamente, no hay dinero para anuncios de televisión. Pero hoy Internet ofrece la posibilidad de realizar campañas turísticas segmentadas y con contenidos virales, que se abonan en función del éxito y a un coste muy inferior porque apuntan a quien realmente busca un destino para sus vacaciones.

Lo adecuado sería pedir a nuestros representantes que se dejen de pataletas y de mirar quién lo tiene más grande (el stand). Que exijan, de una vez, gestionar el 100% del presupuesto de promoción y podamos así vender las Pitiüses como necesitamos y no como quiere la competencia.

 Artículo publicado en el diario Última Hora Ibiza